La idea era marchar al pueblo y recoger los últimos tomates de la huerta, meter el naranjo en casa para que no se hiele, revisar el tejado por si hay alguna gotera… Pero han ganado la pereza, la lluvia y la niebla bilbaínas. ¿Y dónde se está mejor una mañana de sábado que en la cama con mi reina Ismene y la biografía de Marguerite Duras?

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