Releyendo Jane Eyre para el club de lectura de Santurtzi.
Me encanta Jane Eyre, tan buena, moñas, peleona y revolucionaria al mismo tiempo.
Tan buena que, si no fuera ciencia ficción, le crecería de nuevo la mano a Rochester al final del libro. Tan llena de contradicciones esta novela, me chifla ponerla en contexto y revisarla con la mirada actual. Lo tiene todo. Esta Jane salvadora, este Rochester bestia (como el Heathcliff de su hermana, tan sumamente byronianos ambos), los páramos (corriendo sola por los páramos, escapando, no nos damos cuenta ahora de lo rompedora y escandalosa que fue esa escena en su momento), la pobre loca del desván (ay, Jean Rhys querida y su Ancho mar de los sargazos), los primos, las casualidades. Mucho amor, pasión (¡pasión!) y el elemento sobrenatural (que luego aparecerá en esa saga cutrecilla de vampiretes que brillan bajo el sol, donde casualmente el prota se llama Edward y alguna coincidencia comunicativa más se da).
Insisto, lo tiene todo todito todo.
Si no has leído Jane Eyre, hazlo, y sigue luego con Ancho mar de los sargazos, con Cumbres borrascosas de Emily (❤️🔥) y llega hasta la pequeña de las Brontë, Anne, y su genial La inquilina de Wildfell Hall.
Ahí lo dejo.

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